Se hace muy dificil regresar para ver la información del equipo y comprobar el absoluto desaguisado en que ha desembocado la gestión deportiva del club en las últimas semanas, que no es sino continuación del la lamentable gestión que viene desarrollándose en el último año y medio.
No es ya que exista un mal proyecto de futuro, los famosos cinco años de Gorka Marqués, pues como bien dice unai Émery, los proyectos solamente se construyen a base de resultados y no existe proyecto a medio/largo plazo si los resultados a corto no acompañan, sino que una vez proyectada una temporada, con sus aciertos y errores en planificación y fichajes no se puede dar la imagen que se da a lo largo de su desarrollo. El pasado alo creo que está suficientemente comentado: a los sobrevalorados fichajes, escasos de actitud y rendimiento, se les unió una falta absoluta de carácter en la directiva, en Carlos Suárez, quien no supo valorar el activo que tenñia entre manos: un gran entrenador como Mendiñibar, a quien fue dejando de lado en favor de Olabe y al albur de los futbolistas más descerebrados que el club haya tenido en su plantilla seguramente en los últimos años; ello, al margen, de la pérdida de identidad ganada a pulso en las anteriores tres temporadas, con un Pucela serio, que sabía a lo que jugaba, con unas cualidades definidas, tanto en el campo como en los despachos.
Pero es que esta temporada, tras los aciertos y errores de costumbre en la contratación de futbolistas, errores y aciertos comunes a cualquier equipo, pero con lo que al menos a mi me parecía un proyecto de equipo interesante, con mezcla de jugadores de calidad, conocederos de la Segunda División, con sangre fresca joven, canterana y ajena, con un entrenador inexperto, ciertamente, pero que parecía saber qué quería y que disponía de la capacidad suficiente para conseguir objetivos con paciencia y trabajo... pues bien, en cuatro semanas se ha enido todo abajo.
Pena me da de la pérdida de imagen de alguien como Suárez, quien durante muchos años, y es mi opinión, ha sabido llevar al club de forma consecuente pese a las enormes dificultades, no exclusivas, de un club como el nuestro tras una gestión anterior desastrosa, pero que está echando por tierra su labor, imgen y prestigio, por la borda, y hablo tanto de la del club como la propia; pero aún mayor pena me da un hombre como García Calvo, pucelano hasta la médula, con un prestigio como futbolista inmaculado y una presencia entre el aficionado vallisoletano impagable, pero sumido en una profunda sima como directivo, ignoro si por culpa propia o ajena, pero sobrepasado por los acontecimientos y por una sirectiva sin rumbo. Un García Calvo que ojalá no olvide lo que sucede este año para tomar decisiones futuras, tanto para él como para el club.
Desde la precipitada salida del entrenador, dicen, que tras la presión de algunos jugadores que no comulgaban con el mismo, y ante un junta impropia, incapaz de tomar las decisiones con mesura, con reflexión y paciencia, llevados ahora sí por el griterío de la calle no se ve en otra que destituir al entrenador y buscar a la desesperada otro que lo sustituya. Bien es cierto que, una vez decidida la salida de Antonio Gómez sí parecería acertada la llegada de un entrenador con prestigio en Segunda, con conocimiento, por tanto, de la categoría y con dotes no solo de mando sino de motivación de una plantilla aparentemente ahogada, pero con clase más que suficiente para, cuanto menos, caminar dignamente por la categoría a la espera, quizá, de una conjunción y un resultado favorable que enganchara al equipo en puestos de playoff.
El elegido es Abel. No merece, tal vez, hablar demasiado de él pues entiendo que es el menos responsable de lo que está sucediendo y suficiente trabajo tiene... aunque quizá un Torres Gómez al uso con confianza, con carácter, conocedor de la plantilla y del club y, sin duda alguna, curtido de conociminentos, hubiera sido una alternativa más que válida para volver a la senda y a la identificación con el aficionado.
Pero lo que resulta absurdo y conmueve el corazón blanquivioleta son los cambios efectuados en el mercado invernal que no tienen nombre ni explicación alguna. Un equipo con deficiencias obvias, pero suficientemente compensado no se puede destrozar tanto en un par de semanas. La política de fichajes y de salidas ha sido un completo desbarajuste. Nos hemos quedado con lo que no queríamos y hemos traido lo que no nos hacía falta, salvo excepción. Hemos logrado desconfigurar una plantilla y en quince días conformar otra sensiblemente inferior y absolutamente desequilibrada, sin delanteros y con una profusión de centrocampistas/mediocentros digna de escuela.
Matabuena, ¿para qué?
Faría, ¿para qué?
W. Ferreira, ¿dónde? ¿cómo? ¿cuándo?
¿Estamos seguros de haber mejorado la defensa con los cambios realizados? Tal vez Juanito y su experiencia nos aporten un poco de seriedad atrás, la misma que teníamos a comienzo de temporada con Arzo y Valiente y, ojalá con la seriedad de Jordi hayamos encontrado algo fresco..
El centro del campo es mejor no comentar demasiado, con un Matabuena innecesario tras la llegada de Nafti y la falta de orortunidades, por diversos motivos, de Lázaro y Rueda, así como con la descomposición de Jorge Alonso y el desaparecido en el último año y medio del incombustible Rubio. Quizá la presencia de nuevo del comodín del equipo y nunca suficientemente valorado Baraja hagan de pegamento necesario en el verde.
Y adelante... ¡Madre del amor hermoso! La patochada con Ferreira, tras la salida de Calle sin sustituto y solamente comparable con quella ¿contratación? del costamarfileño Dagui Bakari. Ante la posibilidad de la llegada, obligada como en el mus, de un delantero en paro, Ewerthon, Luque,... no hace sino que a uno le entren ganas de llorar amargamente por la leche derramada.
Que aún tiene solución esto... pues con la gestión deportiva a cuestas, es fácil ponerlo en duda. Ahora bien, si esto tiene arreglo solamente pasa por la tranquilidad, por dejar hacer, más aún tras la sorprendente victoria en Huelva, y en dejar trabajar un ratito al grupo. Es indispendable mantener la firmeza atrás, si es que lo del sábado no fue un espejismo, dar tranquilidad al mediocampo, ver cómo Nafti toma el mando y confiar en el buen tono de Baraja, esperar la recuperación de alguien, Jorge Alonso, Lázaro o Rueda, darles tranquilidad, y esperar, cómo no, que Guerra siga con su olfato, encomendarse a él y, tal vez, confiar un poco más en Quique, no lo hace nada mal cuando tiene minutos, y que alguno de los enganches, Jofre, Sisi o Nauzet recuperen la forma... o la encuentren. No hace falta nade más. Con lo que tenemos, aún desequilibrado y cojo, junto a la ayuda atrás de Justo Villar, magnífico últimamente, tal vez consigamos navergar en aguas tranquilas con la meta, más una ilusión que un objetivo del playoff por el ascenso: una aspiración, que no una certeza.
Khrane
No es ya que exista un mal proyecto de futuro, los famosos cinco años de Gorka Marqués, pues como bien dice unai Émery, los proyectos solamente se construyen a base de resultados y no existe proyecto a medio/largo plazo si los resultados a corto no acompañan, sino que una vez proyectada una temporada, con sus aciertos y errores en planificación y fichajes no se puede dar la imagen que se da a lo largo de su desarrollo. El pasado alo creo que está suficientemente comentado: a los sobrevalorados fichajes, escasos de actitud y rendimiento, se les unió una falta absoluta de carácter en la directiva, en Carlos Suárez, quien no supo valorar el activo que tenñia entre manos: un gran entrenador como Mendiñibar, a quien fue dejando de lado en favor de Olabe y al albur de los futbolistas más descerebrados que el club haya tenido en su plantilla seguramente en los últimos años; ello, al margen, de la pérdida de identidad ganada a pulso en las anteriores tres temporadas, con un Pucela serio, que sabía a lo que jugaba, con unas cualidades definidas, tanto en el campo como en los despachos.
Pero es que esta temporada, tras los aciertos y errores de costumbre en la contratación de futbolistas, errores y aciertos comunes a cualquier equipo, pero con lo que al menos a mi me parecía un proyecto de equipo interesante, con mezcla de jugadores de calidad, conocederos de la Segunda División, con sangre fresca joven, canterana y ajena, con un entrenador inexperto, ciertamente, pero que parecía saber qué quería y que disponía de la capacidad suficiente para conseguir objetivos con paciencia y trabajo... pues bien, en cuatro semanas se ha enido todo abajo.
Pena me da de la pérdida de imagen de alguien como Suárez, quien durante muchos años, y es mi opinión, ha sabido llevar al club de forma consecuente pese a las enormes dificultades, no exclusivas, de un club como el nuestro tras una gestión anterior desastrosa, pero que está echando por tierra su labor, imgen y prestigio, por la borda, y hablo tanto de la del club como la propia; pero aún mayor pena me da un hombre como García Calvo, pucelano hasta la médula, con un prestigio como futbolista inmaculado y una presencia entre el aficionado vallisoletano impagable, pero sumido en una profunda sima como directivo, ignoro si por culpa propia o ajena, pero sobrepasado por los acontecimientos y por una sirectiva sin rumbo. Un García Calvo que ojalá no olvide lo que sucede este año para tomar decisiones futuras, tanto para él como para el club.
Desde la precipitada salida del entrenador, dicen, que tras la presión de algunos jugadores que no comulgaban con el mismo, y ante un junta impropia, incapaz de tomar las decisiones con mesura, con reflexión y paciencia, llevados ahora sí por el griterío de la calle no se ve en otra que destituir al entrenador y buscar a la desesperada otro que lo sustituya. Bien es cierto que, una vez decidida la salida de Antonio Gómez sí parecería acertada la llegada de un entrenador con prestigio en Segunda, con conocimiento, por tanto, de la categoría y con dotes no solo de mando sino de motivación de una plantilla aparentemente ahogada, pero con clase más que suficiente para, cuanto menos, caminar dignamente por la categoría a la espera, quizá, de una conjunción y un resultado favorable que enganchara al equipo en puestos de playoff.
El elegido es Abel. No merece, tal vez, hablar demasiado de él pues entiendo que es el menos responsable de lo que está sucediendo y suficiente trabajo tiene... aunque quizá un Torres Gómez al uso con confianza, con carácter, conocedor de la plantilla y del club y, sin duda alguna, curtido de conociminentos, hubiera sido una alternativa más que válida para volver a la senda y a la identificación con el aficionado.
Pero lo que resulta absurdo y conmueve el corazón blanquivioleta son los cambios efectuados en el mercado invernal que no tienen nombre ni explicación alguna. Un equipo con deficiencias obvias, pero suficientemente compensado no se puede destrozar tanto en un par de semanas. La política de fichajes y de salidas ha sido un completo desbarajuste. Nos hemos quedado con lo que no queríamos y hemos traido lo que no nos hacía falta, salvo excepción. Hemos logrado desconfigurar una plantilla y en quince días conformar otra sensiblemente inferior y absolutamente desequilibrada, sin delanteros y con una profusión de centrocampistas/mediocentros digna de escuela.
Matabuena, ¿para qué?
Faría, ¿para qué?
W. Ferreira, ¿dónde? ¿cómo? ¿cuándo?
¿Estamos seguros de haber mejorado la defensa con los cambios realizados? Tal vez Juanito y su experiencia nos aporten un poco de seriedad atrás, la misma que teníamos a comienzo de temporada con Arzo y Valiente y, ojalá con la seriedad de Jordi hayamos encontrado algo fresco..
El centro del campo es mejor no comentar demasiado, con un Matabuena innecesario tras la llegada de Nafti y la falta de orortunidades, por diversos motivos, de Lázaro y Rueda, así como con la descomposición de Jorge Alonso y el desaparecido en el último año y medio del incombustible Rubio. Quizá la presencia de nuevo del comodín del equipo y nunca suficientemente valorado Baraja hagan de pegamento necesario en el verde.
Y adelante... ¡Madre del amor hermoso! La patochada con Ferreira, tras la salida de Calle sin sustituto y solamente comparable con quella ¿contratación? del costamarfileño Dagui Bakari. Ante la posibilidad de la llegada, obligada como en el mus, de un delantero en paro, Ewerthon, Luque,... no hace sino que a uno le entren ganas de llorar amargamente por la leche derramada.
Que aún tiene solución esto... pues con la gestión deportiva a cuestas, es fácil ponerlo en duda. Ahora bien, si esto tiene arreglo solamente pasa por la tranquilidad, por dejar hacer, más aún tras la sorprendente victoria en Huelva, y en dejar trabajar un ratito al grupo. Es indispendable mantener la firmeza atrás, si es que lo del sábado no fue un espejismo, dar tranquilidad al mediocampo, ver cómo Nafti toma el mando y confiar en el buen tono de Baraja, esperar la recuperación de alguien, Jorge Alonso, Lázaro o Rueda, darles tranquilidad, y esperar, cómo no, que Guerra siga con su olfato, encomendarse a él y, tal vez, confiar un poco más en Quique, no lo hace nada mal cuando tiene minutos, y que alguno de los enganches, Jofre, Sisi o Nauzet recuperen la forma... o la encuentren. No hace falta nade más. Con lo que tenemos, aún desequilibrado y cojo, junto a la ayuda atrás de Justo Villar, magnífico últimamente, tal vez consigamos navergar en aguas tranquilas con la meta, más una ilusión que un objetivo del playoff por el ascenso: una aspiración, que no una certeza.
Khrane