Además de Bueno, determinante en el partido con ambos goles, creo que hay dos aspectos claves que posibilitan la victoria de ayer: La falta de pegada del Córdoba y el efecto terapeútico del descanso. Bendito descanso el de ayer... Si el Córdoba dispone ayer de una delantera mínimamente aceptable, nos vamos al descanso con 2 ó 3 goles recibidos. Un repaso considerable en la primera parte, con una buena presión y disciplina defensiva cordobesa. A esto hay que sumarle que éramos un equipo al borde de un ataque de nervios, con una mala lectura del juego de bandas cambiado. La banda derecha era un solar auténtico en esa primera parte, con un Tekio, que evidentemente notó el salto de dos categorías (poco le ayudó un sector del público), y cuando además buscaba referencias, Marquitos se diluía entre la presión. Y si al sistema de Djukic le quitas una banda en capacidad ofensiva, el equipo es como torero sin un brazo.
La segunda parte, post terapia, y supongo que tilas para todos en el vestuario, el equipo encuentra más y mejor el camino, hasta llegado el punto de que ese chiquito que el año pasado correteaba las bandas del fútbol modesto murciano, encuentra a Jofre (qué bien el catalán ayer), y le lanza una pelota exigente en el esfuerzo, y el chaval generoso en ese esfuerzo, desde casi el corner, se saca un centro magnífico, que encuentra un rematador en estado de gracia, y no menos magnífico. Testarazo de Bueno, y se abre la vía de agua en la defensa y portería cordobesa. Por cierto, el portero del Córdoba, con todos mis respetos, sigue siendo igual de malo que el año pasado, pero este año más protegido por una defensa mejor configurada.
Con el 1-0, el Córdoba, valiente, se lanza a por el empate, pero se encuentra un Valladolid bajo los efectos terapéuticos del descanso, y que es capaz de tumbar al rival, ahora sí, con un zarpazo certero, otra vez de Bueno. 2-0 y cada uno a su casa. 40 partidos por delante.