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EL SELECCIONADOR DE SEVEN VALORA LA EVOLUCIÓN DE IGNACIO MARTÍN

Tiki: "Lo encontré cambiado para mejor, muy decidido en la lucha"
En los años 80, uno de nuestros históricos del balón oval, Albert Malo, ya se marchó un año hasta Nueva Zelanda

FERNANDO M. CARREÑO. Madrid 04/07/11

Ignacio Martín no ha sido el primer jugador de rugby español en tomar el camino de las antípodas para perfeccionarse en este deporte. En los años 80, uno de nuestros históricos del balón oval, Albert Malo, ya se marchó un año hasta Nueva Zelanda, llegando a jugar en la máxima categoría del país de los 'All Blacks', en las filas del Freyberg, y trabajando mientras tanto como camionero.

Malo, sin embargo, no llegó a tener en perspectiva unos Juegos Olímpicos, como Ignacio. Ese ha sido el 'motor' de su aventura. José Ignacio 'Tiki' Inchausti, seleccionador nacional de Seven, destaca que "cuando Ignacio quiere algo, va a por ello con todo. Ahora mismo estamos centrados y volcados en preparar la clasificación para el Europeo 2012, que es clasificatorio para la Copa del Mundo 2013, y de donde depende nuestra entrada en el plan olímpico. Si no estamos en ella, no entraremos en el ADO. Ignacio se planteó crecer como jugador y eligió Fiyi como el lugar donde mejor podía hacerlo".

Ignacio se reincorporó a la selección "en un entorno muy exigente, durante la disputa del Seven de Hong Kong en mayo, correspondiente a las IRB Sevens World Series. "Lo encontré cambiado para mejor. Físicamente, estaba más delgado, pero tenía una actitud muy decidida en la lucha y el combate, más trabajado, con mejor técnica de placaje y más recursos. Es uno de los pilares fundamentales del equipo en nuestra lucha por llegar a Río de Janeiro'2016". Palabra de seleccionador.


http://www.marca.com/2011/07/04/mas_deportes/rugby/1309794798.html

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La patada a seguir de Ignacio Martín rumbo a Fiyi

Ignacio Martín, internacional español tanto en Rugby a XV como VII y profesional en Italia, se enroló en un equipo modesto para mejorar su técnica · Intercambió trabajo por alojamiento y comida para ayudar a que España llegue a Río de Janeiro'2016

FERNANDO M. CARREÑO. MADRID 04/07/11

Así valora el seleccionador nacional su aventura

El auténtico deportista es aquel para el que el deporte no es un medio para ganar dinero ni fama sino su vida, sin más, y mejorar en él es profundizar en la vida. Por eso Ignacio Martín Goenaga, internacional español de Rugby a XV (el clásico) y VII (la modalidad olímpica) y profesional en el Parma italiano, se marchó al otro lado del mundo para conocer el paraíso del rugby: Fiyi, donde el balón oval es parte de la vida.

"Era el momento porque los dones que Dios me ha dado menguarán con la edad y la oportunidad que tengo ahora con la selección es única"
Las islas Fiyi son un caso único: con menos de un millón de habitantes plantan cara a los gigantes Australia, Nueva Zelanda o Inglaterra. ¿Por qué? Porque en ningún lugar se juega tanto y tan alegremente. Ignacio y Fiyi comparten amor al rugby y fe religiosa. "Me fui -cuenta- a buscar una vida en el que la velocidad no me hiciese dejar de lado lo que para mí es esencial: volver a Dios y perfeccionarme en el VII.
Era el momento porque los dones que Dios me ha dado menguarán con la edad y la oportunidad que tengo ahora con la selección española es única".

Durante un torneo en Roma, Ignacio contactó con el equipo fidjiano del Uprising Beach Resort, perteneciente a un hotel, y se fue sin más... "a vivir. Porque a Fiyi se va a vivir, no a sobrevivir. La naturaleza le cuida a uno. No hay grandes comodidades, pero al menos en el campo no falta de nada. La vida allí tiene otra velocidad. Son personas muy religiosas y el tiempo se dedica a lo importante, poniendo en ello su espíritu y su vida".

Para Ignacio, el rugby se adapta perfectamente a la cultura fiyiana porque "allí lo importante es la adecuación de la conducta a cada momento social". Casi todo está regido por normas a las que el individuo debe responder.

Para vivir, Ignacio intercambió "trabajo en el 'resort' por comida y alojamiento. Mi visado era de turista y no podía trabajar. Esto mantenía para mi el carácter voluntario de estos trabajos, que eran siempre peticiones y nunca exigencias. El teléfono lo regalé al llegar. Aunque mi formación es de arquitecto, he reparado ordenadores, instalé el sonido del bar, recuperé los paseos a caballo, lavé platos y serví e hice de DJ en una boda. ¿Aburrirme? Nunca".

Eso, en los ratos libres que le dejaba el rugby, porque Ignacio jugaba y, sobre todo, entrenaba. El Uprising Resort Beach -http://www.uprisingbeachresort.com/- era el club mas pequeño de Fiyi, con sólo 20 jugadores. Lo fundó el propietario del hotel, René Mouch. "Cerca del 'resort' hay un asentamiento de chabolas y la delincuencia era elevada. René quiso dar a los jóvenes del lugar una oportunidad de adquirir compromiso y compañerismo". Y desde que existe el equipo, la delincuencia casi ha desaparecido.

"En los partidos, el jolgorio es continuo; el juego es duro y muy físico; no se placa a las piernas, prefieren agarrarte la camiseta para acercarte y derribarte... eso enloquece al público"
En Fiyi, los entrenamientos son durísimos. "Practicamos unas dos horas diarias. Se juega una tocata de un par de horas y quien quiera se puede unir. Unas veces hay ocho jugando y otras, caurenta. Cuando hay torneo doblamos el ritmo: mañana y tarde. Corremos cuatro kilómetros por la playa y luego combinamos con natación: alrededor de unas boyas, 200 ó 400 metros en semicírculo, dependiendo de la marea, para volver al inicio y empezar de nuevo. O salimos en barca a dos kilómetros de la orilla para nadar de vuelta y correr por las dunas, a 40 grados, un par de horas..."

Y esto se nota. "En Fiyi el nivel de los torneos es de otro planeta. Samoa ganó las Series Mundiales y mientras estuve en Fiyi vino a tres competiciones, sin pasar de cuartos. En otro estuvieron Francia, el campeón de Nueva Zelanda, Samoa y Estados Unidos. En cuartos sólo quedaba un equipo no fidjiano y no pasó de allí".

En el Marist Seven, el torneo más prestigioso "participan unos 80 equipos. Nosotros fuimos décimos. Lo espectacular es que cualquiera puede ganar. La propia selección de Fiyi no siempre lo hace. Hay demasiado talento y calidad como para que un equipo sea mejor que otro".

Y como hemos visto en caso del Uprising, muchos equipos realmente son agrupaciones familiares o de amigos y proceden de pequeños pueblos, y ahorran para pagar los entre 150 y 500 dólares que cuesta la inscripción para un torneo, en un país en el que el salario medio es de dos dólares por hora. El vencedor se lleva entre 10.000 y 35.000.

Los equipos no sólo los forman los jugadores. "Familias y amigos se desplazan con ellos, en el mismo autobús. En los partidos, el jolgorio es continuo. El juego es duro y muy físico. No se placa a las piernas, prefieren un agarre a la camiseta para acercarte y derribarte. Esto enloquece al público, que repite las acciones. En torno
al campo se comparte comida y bebida".

Ignacio ya está con la selección española, con la que ha resultado clave tanto en el segundo puesto en Lyon como en el tercero en Moscú, y la vista puesta en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Para ello, y para crecer personalmente, emprendió esta aventura.


http://www.marca.com/2011/07/04/mas_deportes/rugby/1309792736.html
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