Es que es diáfano que, con los recursos que tiene a su disposición, los mejores de la categoría, el tío es incapaz de dar la vuelta no digo ya a un resultado, sino a una tendencia en el partido. Ni en Oviedo, y eso que los chavales llegaron vivos al descanso, tuvo la más puñetera idea de qué hacer para ser competitivos con un hombre menos ni hoy ha sido capaz de leer lo que proponía Las Palmas para contrarrestarlo. Lo he dicho en el hilo del partido antes del descanso, que daba igual , que hoy nos marcaban antes o después y así ha sido, porque en el banquillo hay un señor que de gestionar egos puede saber algo, pero de motivar a su jugadores y de alternativas tácticas nada de nada.
Sí, cero de motivar, no me he vuelto loco. Hoy al partido sale un equipo desmotivado, un equipo que parecía que no se jugaba nada, un equipo que venía de sufrir una derrota dura y, si en el banquillo hubiera un motivador, hoy habrían salido, en su casa, a comerse el campo y a demostrarle a sus aficionados y a sus rivales directos que hay un equipo que va a ascender, y ese equipo es el Real Valladolid. Pero no, ha salido un equipín timorato que se ha dejado comer el pan desde el primer momento (ellos han tirado a puerta con cierto peligro en el segundo 30) por un conjunto mediocre y no ha querido, digo QUERIDO, en ningún momento demostrar la superioridad que se le supone.
Pacheta es bueno convenciendo mediante la palabra, pero no mediante el sentimiento. Les explica por qué es mejor sumar, y ellos lo entienden, pero no les sabe tocar la fibra adecuada para sacarles de la depresión, para hacerles salir al campo encendidos, para que tras el descanso parezcan otros. Y éso es motivar. Pacheta los gana con la razón, no con el corazón. Y sin corazón no hay nada.