Ayer Pacheta alineó un 5-2-1-2, y en un principio a mi el sistema me gusta. Pero ocurre que cuando tu cambias un sistema tienes que trabajar, todo, los automatismos nuevos del mismo, las coberturas, y lo ha hecho desde le partido del Rayo, para el partido del Atlético, no se muy bien con que intención, si con la intención de ser más incisivo por banda, con carrileros que pongan pelotas en el área, o con la intención de crear superioridad en las bandas, lateral, media punta y punta.
O lo ha puesto en practica para no perder, recogiendo un resultado nefasto, en su experimentación.
Uno puede cambiar de sistema porque tiene claro que, tiene jugadores para ello y le puede sacar un rendimiento, y si esto es así, pues trabaja el sistema, le implanta en los jugadores, y al final, si tienes ese convencimiento, pues a muerte con él.
Pero cuando el cambio de sistema viene dado por el desconcierto, por la experimentación y no por la creencia en el mismo, el resultado es este. Y las consecuencias que se generan son, perdida de confianza, entre los jugadores, desorientación, al no saber muy bien, que tienen que hacer los profesionales en el campo.
Todo cambio de sistema que no se hace desde el convencimiento, es al final un error, es una probatura continua de cosas, que solo nos llevan al abismo.
En el último descenso, algo de esto vimos. Cuando se hacen tantas probaturas, como El Jamiq de delantero centro, Fresneda de central, Torres de lateral izquierdo, ante los ojos de cualquier dirigente, de una sociedad de futbol, las alarmas deberían sonar, para indicar que el entrenador ha perdido el rumbo. Pero cuando quien dirige este club, le da igual todo, no pisa ni la ciudad apenas, no esta al pie del cañón, aportando con su presencia, y a todos los niveles, su experiencia como futbolista, y su buena intención como máximo mandatario, ocurre, que la desorientación, y la perdida del norte, es la consecuencia heredada.
Ahora ya esta aquí Darwin Machis, a lo mejor llega Escalante, pero si no hay norte, ya puede venir cualquier jugador de talla mundial que dará igual.
En cualquier club de España, perder cinco partidos de liga, o cuatro partidos de liga, y uno de copa y no meter un gol, seria el motivo para que saltasen las alarmas. Aquí da igual, los entrenadores acaban las temporadas. Sergio hundió al Valladolid, en una de los descensos más vergonzosos de su historia, y no pasó nada, pero como tenía experiencia en primera y había conseguido permanencias con el Valladolid, tuvo ofertas de primera, de hecho, esta en el Cádiz.
Pacheta solo entrenó al Huesca en primera y no consiguió salvarlo. Si entierra al Valladolid, de nuevo a segunda división, no volverá a entrenar en primera. En segunda si, que es la categoría natural, donde el mejor expresa sus planteamientos, pero no creo que vuelva a primera.
Como echar, no le van a echar, hasta el final de temporada, si el equipo sigue por estos derroteros, por dignidad debería irse.
La papeleta que tiene es muy complicada, y no se trata de resultados, no solo de eso, sino de sensaciones, de falta de competitividad, de no creer en lo que se hace, se trata de hacer probaturas, sin criterio ninguno, con la consecuencia de una desorientación mayor de la plantilla.
Quedan 20 jornadas. El público, al contrario de lo que ocurrió en el anterior descenso, acudirá al campo. Sergio se libró de los pitidos y el descontento de la afición, pero Pacheta si no reconduce la nave, no se librará de ello.